¿Atiendes en institución o en consultorio privado? Tal vez ya lo viviste en carne propia: en la clínica no todo es miel sobre hojuelas.
Tarde o temprano vienen los obstáculos en la escucha, las intervenciones confusas, las dificultades del caso que no se resuelven, las urgencias que no estaban previstas en el encuadre, los motivos de consulta y las manifestaciones sintomáticas para las cuales la universidad nunca te preparó.
Poco a poco, la inseguridad puede acecharte. La idea de inexperiencia. En un caso extremo, la angustia. O la decepción, tal vez: de ti mismo, del dispositivo psicoanalítico.
Bueno, quizás no es tan dramático. Tal vez es sólo una sensación de estancamiento en un caso particular, o una dificultad para aterrizar la teoría o la técnica.
¡Buenas noticias! Hay un antídoto bien conocido para todo eso. Freud, Lacan y el resto de los psicoanalistas lo han promovido, al lado de la formación teórica y el análisis personal. Supervisión, le dicen.
Soy Miguel Sierra, creador de Clinicando.
Durante años he ayudado a otros colegas a trabajar su clínica a partir de la supervisión. Me consta que es la mejor experiencia formativa para avanzar rápidamente en la práctica, a condición de no caer en alguna de las siguientes trampas.
Las grandes trampas de la supervisión
Trampa # 1: Supervisiones que son un curso teórico
Cuando me formé como supervisor clínico hace más de una década, me encontré enseguida proyectado en un ambiente ultra-académico: el formador nos traía videos de sesiones terapéuticas en institución (grabadas con el consentimiento del paciente) y nos explicaba teóricamente los tipos de intervención más frecuentes. Nuestra experiencia de aprendizaje consistía en identificarlos en cada video y pensar si tal manera de intervenir había sido adecuada o qué podría haberse hecho en su lugar. Se esperaba que pudiésemos “adaptar” esa manera de supervisar a nuestra orientación clínica. Nunca me convenció: una supervisión no es -ni puede en ningún caso ser- simplemente una clase. Se trata de una experiencia formativa de otra índole.
Trampa # 2: Supervisiones que son una lucha de poder
Los estira-y-afloja entre clínicos han estado presentes a lo largo de toda la historia del psicoanálisis. Piensa en Jung y Freud, con relación al caso Sabina Spielrein: ¡hasta dos pelis muy buenas han salido al respecto! ¿O te acuerdas, por ejemplo, de la serie “En terapia”? Cada capítulo nos metía en la intimidad de las sesiones del terapeuta con un paciente diferente cada día de la semana. Excepto el viernes, cuando asistíamos a la sesión del terapeuta con su supervisora. Con ésta última lo ligaba un conflicto personal no resuelto, y sus supervisones se convirtieron en un vaivén de acusaciones, culpas, deudas y rencores. Por eso es importante que los factores “personales” no entren en línea de cuenta cuando se acuerda una experiencia de supervisión.
Trampa # 3: Supervisiones que son una sesión de terapia para el supervisante
La psicoterapia o psicoanálisis personal está pensada para que el clínico elabore lo que le aqueja en tanto sujeto; la supervisión, en cambio, está diseñada para que el clínico elabore lo que lo aqueja en tanto clínico. Existen allá afuera supervisores que no parecen entender la diferencia y que, por tanto, no permiten una experiencia formativa distinta en el espacio de supervisión.
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Pero cuando se tienen claras las cosas y no se cae en alguna de esas tres trampas, la supervisión clínica puede traerte enormes beneficios.
Los beneficios (poco valorados) de la supervisión
3 razones para comenzar tu supervisión esta semana
Razón #1: Para no arrepentirte después, de haberlo hecho demasiado tarde
Con “demasiado tarde” me refiero al momento en que ya hay errores técnicos graves que nos pueden llevar a perder nuestra postura profesional o comprometer el manejo de la transferencia. Le pasó a Freud más de una vez, a Jung, seguramente también a Lacan y hasta da la trama de varios filmes y series. Es decir, que no estamos exentos de que nos suceda en alguna ocasión y que eso nos salga muy caro… si lo dejamos para después. La procrastrinación no es nuestra aliada cuando se está formando un atolladero.
Razón # 2: Para tender un puente entre tus bases teóricas y las sorpresas de tu práctica
Suele haber toda una distancia entre las bellas concepciones teóricas que hemos retenido y los elementos inesperados que saltan en cada caso clínico. Por ejemplo, entre el famoso tríptico de las estructuras clínicas neurosis-psicosis-perversiones y los padecimientos subjetivos “modernos” que aquejan singularmente a nuestros pacientes de carne y hueso: depresiones, crisis de pánico, stress post-traumático, etc. Pues bien, ¡la supervisión es un momento en el que ambos polos se ponen en relación!
Razón #3: Para tomar en serio el ritmo al que nuestra clínica puede consolidarse
Si el objetivo es avanzar del punto A (en el que estás hoy) al punto B (a donde quieres llegar) tomando la supervisión como experiencia formativa, un único encuentro no da el impulso apropiado. Es como lo que sucede en el mundo del deporte: todo entrenamiento requiere de un ritmo mínimo de reiteración para obtener resultados duraderos.
Después de tantas enseñanzas que nos ha dejado la crisis del Covid-19, no hay duda que una sana relación entre supervisante y supervisor puede crearse tanto online como presencialmente.
Sin embargo, el gran problema en el mundo digital es la confidencialidad. No la del supervisor, pues forma parte de nuestra ética. Me refiero a la confidencialidad de la plataforma de comunicación. En ese terreno, más vale optar por una que respete leyes y estándares técnicos de protección de datos. Sobre todo, que no sean las plataformas que tienen sede en EE. UU. (zoom, skype, whatsapp, etc.).
Por todo lo anterior, he creado para ti un mini-programa de supervisión que es una auténtica experiencia formativa. El objetivo: que juntos hagamos avanzar tu clínica.
Un espacio en donde tú no eres un alumno y yo no soy un maestro, sino simplemente dos clínicos que se encuentran para elaborar en torno a tu práctica, desde la perspectiva y la ética del psicoanálisis.
A través de una plataforma europea de videoconferencia encriptada, podremos garantizar la confidencialidad de nuestros intercambios.
Estableceremos un ciclo de supervisiones individuales, que le den ritmo a tu elaboración clínica. Tres encuentros es el minimo.
Sí, supone ponerte a trabajar. Pero funciona.
La única pregunta que debes plantearte es: ¿qué tan importante para ti es hacer avanzar tu clínica?
Si eso no está en tu lista de prioridades en este momento, cierra inmediatamente esta página.
Pero si sigues leyendo, es que quieres de verdad mejorar en tu práctica cotidiana con este mini-programa de supervisión individual. Y seguramente te estás preguntado cuánto cuesta. Como imaginas, no es barato.
Su precio total es de 116.50 euros por tres sesiones. Es un poco más del arancel que tendría una formación completamente teórica, pero lo vale.
Las inscripciones cerrarán por varios meses dentro de:
¡COMIENZA ENSEGUIDA!
El precio del mini-programa de supervisión individual (tres sesiones) es de 116.50 euros,
pagable en una sola exhibición, o en dos mensualidades de 58.25 euros, sin intereses.
Da clic en el botón naranja para hacer tu pedido y elegir tus mensualidades.